Llorar

¿Por qué llorar? No entiendo esta manera que el cuerpo tiene para expresar la tristeza. O la risa incontenible. Mojar los ojos, ¿para qué?  ¿Acaso la memoria exprime algunos sentimientos que se desvanecen, líquidos, en el llanto? 

Puede ser una teoría interesante, que la pienso justamente mientras lloro. Diré que es porque escucho Memorias del olvido, de esas canciones que te sacan lágrimas, sí o sí.

Ahora suena Pensar, y siento que No Te va a Gustar ha sido uno de los descubrimientos más geniales de los últimos años. Descubrimiento musical, como Viejas Locas, Intoxicados y todo lo que tenga que ver con el Pity Álvarez. O todo lo que tenga que ver con Jorge González y Los Prisioneros.

"Hay algo que sigue vivo,
nos renueva la ilusión, y en el último suspiro...
ay, Celeste, regalame un sol".

*

Pasaron varias semanas para retomar este texto. Tal vez un mes. Es parte de mi costumbre de postergar todo en mi vida, después de haberlo iniciado con mucho entusiasmo. Pero hoy ya lo acabo. Hoy que volví a llorar, cuando escuchaba Te extraño un poco. 

Después sonó una de Ricardo Perotti; ya no estaba llorando, más bien, se me desvaneció la nostalgia que estaba sintiendo. Igual que con Pancho Terán y su canción más famosa que no sé por qué le tengo en una playlist. Tu lugar, se llama. Cero entusiasmo con esas, y ahora con otra de Perotti. 

No, muchas gracias.

"No, no no, hey... quién te ha dicho que el amor es fácil".

Oscilo entre la ansiedad, la tranquilidad y el entusiasmo. Mejor puse el soundtrack de Eternal Sunshine of the Spotless Mind, una de mis pelis favoritas que la acabo de descubrir, aunque ya la había visto antes. Pero hay segundas oportunidades que son mágicas, como me pasó con esa peli, que impresiona con esa historia tan humana de Joel y Clementine. 

Con un ritmo más lento y a un volumen bajo, a diferencia de cómo estaba escuchando el rock cortavenas ecuatoriano, me tranquilizo. Aunque la ansiedad a momentos irrumpe, y me desconecta, porque me disperso de la escritura, procrastino y luego quiero seguir. Como lo intento ahora, ahora que hablé con dos queridos amigos que me confiaron situaciones duras de su vida que están viviendo actualmente. 

Los detalles no los puedo mencionar, porque me pidieron no compartir con nadie. Y eso me encanta, que la gente me cuente cosas que me piden no contar a nadie. Porque realmente no cuento a nadie, y me siento orgulloso de poder mantener la discreción para respetar lo que amigos, amigas, familia, me confían. 

Mis manos están heladas. Es hora de prepararme un café con leche para dormir bien. Iba a escuchar Everybody's Gotta Learn Sometime mientras calentaba la leche y abría el paquete de galletas, pero me quedé intentando escribir esto, sintiendo que me dormía, hasta que Something me despertó. 

Ya me siento mejor. Ese café con galletas chocochips fueron la antesala de una sensación agradable que siento ahora, mientras me como una manzana y oigo Rayuela.

"Un, dos, tres, cuatro, tierra, cielo.
Cinco seis, paraíso, infierno.
Siete, ocho, nueve, diez,
hay que saber mover los pies".

Qué hermosa canción que amerita repetirla. Pero ya no quiero seguir hablando de música o de lo que escucho, más precisamente. Se supone que iba a reflexionar sobre Llorar. Quizá todo lo que acabo de escribir es parte de llorar, el alivio que le sigue al desahogo con llanto, como me pasó un ratito antes de comenzar a escribir esta entrada de mi blog. Como me pasó hace un mes cuando lloraba preguntándome:

¿Por qué llorar? No entiendo esta manera que el cuerpo tiene para expresar la tristeza. O la risa incontenible. Mojar los ojos, ¿para qué? ¿Acaso la memoria exprime algunos sentimientos que se desvanecen, líquidos, en el llanto?

Preguntas que solo pueden ser respondidas desde la experiencia de cada uno.



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