Alguien aplaudió mientras trabajaba
Hoy ha sido un día exigente. De una auto presión severa. Es que el tiempo corre y se me acumulan pendientes que ya tengo que dejarlos listos en el trabajo. Pero intento ir tranquilo, de todas maneras. Al borde de la saturación que, inminentemente, se vuelve agotamiento total.
Agotamientotal, habría dicho en épocas de la U, cuando tenía la costumbre de unir palabras entre sus primeras y últimas sílabas que se repiten. Con la práctica se entiende.
Aunque parece que la costumbre no se ha perdido.
Dije al borde, es decir, no he llegado a rendirme por hoy, porque todavía estoy en medio de una tarea que la tengo que dejar casi lista para mañana.
Estoy descubriendo, en este preciso y precioso instante, una canción bellísima del Dúo Pajarito. Es que ambas son bellísimas; mágicas como su voz. Indudablemente dos amores platónicos que conforman un coro inolvidable, que todo lo que entona le hace hermoso.
Tengo que supervisar el proceso del arroz.
El arroz está perfecto. Quizá el mejor que me ha salido hasta ahora en mi penthouse, aunque el otro día también me salió bien. Está terminando de secarse un poco. También está humeante, hasta el punto de hacerme atorar con la cucharadita que me robé para probarle.
Será arroz con huevo. El premio que hoy me merezco por mi esfuerzo. Mi psicóloga insiste en que debo prestar más atención en mí, en tratarme bien, en cuidarme, en tomarme en serio para aprender a quererme. Y a veces parece que lo logro. A veces parece que lo pongo en práctica como hoy, cuando quiero sentir que me trato bien y que valoro lo que hago, así como a la responsabilidad que me hace ser así.
Así que, es momento de disfrutar el premio, antes de seguir trabajando.
No me quejo del premio. Estuvo muy bueno. Lo comí en la propia olla donde se hizo el arroz. Es grande la olla pero no pasa de ser mediana. Con un huevo estrellado en su núcleo.
Hace un rato, en plena escritura de este texto, escuché un aplaudo. Alguien aplaudió en mi penthouse mientras trabajaba; al menos, así lo escuché yo. Pensé que escuché otro cuando fui a lavarme las manos en el baño, pero fue solo falsa alarma. El huevito en el sartén explotaba con una vehemencia que me hizo pensar que uno de sus pequeños estruendos fue otro aplauso.
Pero el aplauso fue uno solo. Intenté encontrar el origen del supuesto aplauso, pero no lo logré. No hay aparato u objeto en mi casa que aplauda solo. Ahí sí pensé en un posible fantasma. El mismo que en la madrugada de alguna vez, hace un mes, tal vez, conectó y encendió la hornilla eléctrica, para activar a la tetera.
¿Quién pudo haberlo hecho?
Si quiero imaginar o encontrar respuestas, me podría amanecer elucubrando con mil posibilidades. Pero ya es viernes. 12h12. Aún no terminé mi tarea, pero ya la tendré que acabar más tarde, lo que vendría a ser temprano en la mañana, apenas llegue al Zoo.
Por ahora es suficiente. Espero que ningún aplauso interrumpa mi sueño.
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