“Esto va a ser un antes y un después en la ciudad de Quito”
El proyecto más grande y más importante de movilidad
urbana que se planteado para Quito está dando sus primeros pasos. Se trata del
Metro de Quito, obra que requiere una primera fase de construcción de las estaciones multimodales de La Magdalena (sur)
y El Labrador (norte), prevista a culminar en mayo del 2014.
La ejecución de esta obra que modificará los esquemas del
servicio de transporte público en el Ecuador, está a cargo de la empresa
metropolitana Metro de Quito, y en la parte constructiva cuenta con la Asesoría
Técnica de una empresa española, liderada por el arquitecto Juan Pablo Alonso.
Él es un experto urbanista, especializado en el diseño de infraestructura de
metro, con experiencia en obras de España y Latinoamérica, quien compartió públicamente sus criterios sobre el Metro de Quito.
Usted es
considerado como uno de los mentalizadores del Metro de Quito, ¿cuál es su
concepción sobre el proyecto?
Yo creo que aquí hay una idea previa de las autoridades
municipales, pensada hace años, con la proyección de que la ciudad necesita un
transporte masivo que resuelva o ayude a resolver todos los problemas (de
movilidad) que tiene Quito. El sistema público de transporte está llegando a su
límite de capacidad, se registra una densidad de vehículos muy alta, y al
final, la coexistencia del tráfico privado y tráfico público en el mismo plano
sobre la superficie de la ciudad, hace que las velocidades comerciales no sean
significativas. Entonces, el Metro es un sistema subterráneo que evita el
conflicto con cualquier otro medio de transporte, es decir, la ciudad va a
tener un servicio que permitirá movilizar pasajeros en sentido norte-sur, con
una gran capacidad, con una velocidad comercial muy alta y de una forma muy
fiable. Esa fiabilidad hace que puedas programarte tu vida como ciudadano,
aporta muchísima seguridad en el recorrido de los viajeros. Eso no se puede
conseguir con un transporte en superficie que está permanentemente supeditado
al nivel de tráfico que hay en la urbe.
De esa manera,
¿el Metro es la mejor opción para la realidad de la movilidad de Quito?
Yo creo que sí, porque, además, Quito tiene unas
características especiales que le hacen favorable a la construcción de un
metro. Un metro es un transporte lineal y Quito es muy lineal, es una ciudad
larga y estrecha, extendida en una relación norte-sur a efectos de movilidad.
Entonces, necesitas ser capaz de que los ciudadanos se puedan mover en sentido
norte-sur, como dije, de una forma fiable y a una velocidad alta. Tal como está
planteado el sistema, no solamente se está haciendo un Metro, sino un Sistema
Integrado de Transporte, dentro del cual, el Metro es la columna vertebral que
se tiene que apoyar en lo que ya existe, es decir, en el Corredor Sur
Occidental, el Corredor Central Norte, el Trole, la Ecovía y el Corredor Sur
Oriental. También se van a disponer una serie de corredores transversales,
perpendiculares al Metro, que van a peinar la ciudad para llevar a los viajeros
hacia el Metro. Por ejemplo, uno de esos corredores estará en la avenida Morán
Valverde; por ahí entrarán autobuses alimentadores que recogerán pasajeros de
la ciudad, los llevarán al Metro y en cuestión de 10 minutos pueden llegar al
casco histórico. A su vez, un usuario que llegue a la Estación de El Recreo, va
a tener la posibilidad de intercambiar su transporte con todos los sistemas de
BRT (Bus Rapid Transit – Bus de Tránsito Rápido). Asimismo, el cuello de
botella que existe entre El Panecillo, la ladera del Pichincha y la quebrada
formada por el río Machángara, será salvado por el Metro porque lo pasa por
debajo.
¿Va a ser
drástico el cambio del funcionamiento del sistema de transporte público actual
hacia el nuevo modelo que se implementará con el inicio de operaciones del
Metro?
Más que drástico va a ser espectacular, porque los
ciudadanos van a poder trasladarse en sentido norte-sur (y viceversa) por el
Metro, de una forma muy rápida. Estamos hablando de tardar menos de 40 minutos
entre las estaciones de El Labrador y Quitumbe, como el recorrido más largo.
Esto va a ser un antes y un después en la ciudad de Quito.
Uno de los
aspectos que más han generado discusión alrededor del tema del Metro, es la
topografía irregular que tiene Quito y se conoce que frente a ello se han
llevado a cabo 11 estudios técnicos específicos. ¿Cómo descartar la idea de que
la topografía de Quito puede ser un inconveniente para que el proyecto se
desarrolle exitosamente?
La mejor forma es haciendo un proyecto técnico que está
resuelto. Lo ha efectuado Metro de Madrid que es uno de los grandes operadores
en el mundo, que además tiene una gran ingeniería y experiencia en la
construcción de metros. Si alguien quiere decir técnicamente que el proyecto no
es correcto, lo tiene que demostrar.
¿En qué se han
basado los estudios desarrollados por Metro de Madrid?
Los estudios de una línea de metro son amplísimos. El
proyecto nace con la idea global de que es el conjunto de todos los sistemas de
transporte público lo que tiene que funcionar, y lo que va a resolver el problema
de movilidad que tiene Quito. Se empieza haciendo un estudio de transporte;
también se realizó una encuesta origen-destino muy amplia, para saber cómo se
están moviendo los ciudadanos y cuánto tiempo emplean para eso. Con eso se
genera un modelo teórico ajustado y calibrado con la realidad, y en función de
ese modelo se decide por dónde tiene que discurrir la línea del metro, dónde
debe tener su captación y cómo tiene que colaborar con el resto de sistemas.
Después inician los estudios con mayores detalles; estudios del terreno,
estudios hidrogeológicos, el problema sísmico, entre otras soluciones técnicas
posteriores a la primera idea de cómo tiene que ser el metro.
Entre algunos
de los estudios aplicados estuvo la inspección a 3.000 edificaciones y estructuras
básicas, ubicadas a lo largo del trazado del Metro. ¿En qué se basó ese proceso
y qué resultados obtuvieron?
La construcción del túnel del metro y de las estaciones
son obras subterráneas. Todos los procedimientos constructivos de túneles y
estaciones tienen que garantizar que los movimientos del terreno que se pueden
producir, estén dentro de un rango asumible y muy pequeño, a nivel de
milímetros. La inspección identifica la edad del edificio, el estado de
conservación, la disposición de la construcción, entre otros factores, y sirve para determinar las medidas que se
deben tomar en la construcción del metro, para e a los edificios que podrían
ser vulnerables a cierto riesgo por el movimiento del terreno. En general, los
resultados son bastante buenos, no hay problemas graves en relación a la
estabilidad de los edificios examinados.
¿Esos
resultados son los que determinan los mecanismos de construcción subterránea
que van a aplicar?
Los procedimientos constructivos del túnel pueden ser con
la ejecución con la tuneladora, que es una máquina muy sofisticada y grande con
la que se están construyendo ampliaciones en varios metros del mundo, y que
permite rendimientos y avances de obra muy importantes; es decir, se desarrolla
una construcción industrial del túnel y la mayor parte del túnel de Quito se
construirá con tuneladoras EPB (Earth Pressure Balance). También existen
métodos manuales de excavación, mediante operarios que van extrayendo tierra,
colocando armaduras, hormigón y todo lo que se necesite para formalizar el
túnel; ese proceso está previsto a aplicarse en la zona centro, desde La
Alameda hasta la 24 de Mayo. Mientras tanto, en el sur, cerca de Quitumbe,
debido a que la profundidad del túnel en el sector será muy superficial, de
unos 9 metros aproximadamente, se trabajará con un sistema llamado ‘Cut and
Cover’, el cual construye dos pantallas laterales y una tapa superficial,
excava por debajo e instala una losa plana en el fondo, por donde circulará el
tren.
¿Se ha
identificado algún riesgo que podría atravesar el Metro de Quito?
Yo creo que lo primordial es que exista una voluntad
política de seguir adelante con el proyecto. Es un proyecto muy grande y
ambicioso, que se ha hecho en otros lugares del mundo desde hace muchos años, entonces, ¿por qué no
se va a poder hacer aquí? Esto es un asunto de voluntad y de esfuerzo de la
ciudad de Quito, que ahora tiene el respaldo en una decisión política al más
alto nivel.
¿El proyecto
justifica su costo de $1500 millones?
Yo creo que sí. Hay que poner en la balanza lo que
cuesta, con lo que obtienes. ¿Y qué es lo que obtienes con un metro? Sobre
todo, ahorro de tiempo de los ciudadanos en sus desplazamientos diarios, y eso
hay que valorarlo en términos económicos. Además hay otros beneficios
inducidos, como una menor ocupación de superficie por parte de vehículos,
generación de empleo, creación de nuevas empresas que dependerán del metro,
entre otros aspectos que se valoran económicamente. También hay que evaluar la
contaminación que producen los vehículos que van a ser sustituidos por el
sistema Metro, porque el metro no contamina dentro de la ciudad.
¿El Metro solo
durará 100 años?
Al pensar en esa duración del proyecto, queremos decir
que no podemos tomar decisiones o
elaborar diseños cortoplacistas; tenemos que pensar en una ciudad del futuro
que siga siendo compatible con el Metro, con una infraestructura que sea capaz
de soportar esa evolución.
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