No creamos en cucos
Este viernes 27 de Julio del 2012 quedará como un día histórico para la vida política del país. Y no hubo cacerolazos, derrocamientos, intentos de golpe, secuestro de presidente o cenicerazos. Simplemente se descubrió la trampa en la que habrían incurrido varios movimientos y partidos políticos ecuatorianos, entre oficialistas y opositores, al afiliar o adherir a muchos ciudadanos a sus filas, sin su consentimiento. Y digo que 'simplemente' se reveló esta sucia maniobra política, porque en el país estamos acostumbrados al escándalo, a la tragedia, al drama de por medio, para guardar en nuestra memoria las jornadas que han marcado el ritmo de la historia política nacional.
Ahora solo hemos necesitado estar sentados frente a un computador, ingresar a la página del Consejo Nacional Electoral y comprobar el delito flagrante del que mucha gente fuimos víctima. En mi caso particular, me enteré que he sido Adherente de Unidad Democrática, agrupación de la que no tengo muchas referencias, y por la que nunca he firmado ni con esfero de rojo. Mientras que una compañera de oficina supo, con solo digitar su cédula y después la de su esposo, que ambos están enlistados en el Partido Socialista; "si yo soy de derecha", me aclaró. Y estos son solo 3 casos de cientos, o quizá de miles de ecuatorianos que denunciaron a través de las redes sociales este uso fraudulento de su identidad.
¿Quiénes son más culpables? ¿Los sinvergüenzas que se sirven de este tipo de prácticas perversas de la política para conseguir sus fines particulares? ¿O tal vez el ente regulador electoral demuestra negligencia en sus procesos de validación de partidos? Dejando que la libre interpretación del lector determine las responsabilidades que más le parezcan, lo que está claro ante nuestros ojos, sin derecho a objeción, es que el escenario electoral del Ecuador acaba de perder total validez, credibilidad, legitimidad, y todo término que pudo haber generado un panorama seguro frente a las elecciones que se vienen el próximo año. Si ya han sido de capaces de abusar de nuestra identidad para el registro de partidos y movimientos, quién me garantiza que el conteo de votos no va a sufrir manipulación alguna.
Lo único positivo de todo lo ocurrido este viernes -el precedente histórico que identifico-, será que ya estamos prevenidos del sainete 'democrático' que nos espera. Por favor, no creamos en cucos.
Ahora solo hemos necesitado estar sentados frente a un computador, ingresar a la página del Consejo Nacional Electoral y comprobar el delito flagrante del que mucha gente fuimos víctima. En mi caso particular, me enteré que he sido Adherente de Unidad Democrática, agrupación de la que no tengo muchas referencias, y por la que nunca he firmado ni con esfero de rojo. Mientras que una compañera de oficina supo, con solo digitar su cédula y después la de su esposo, que ambos están enlistados en el Partido Socialista; "si yo soy de derecha", me aclaró. Y estos son solo 3 casos de cientos, o quizá de miles de ecuatorianos que denunciaron a través de las redes sociales este uso fraudulento de su identidad.
¿Quiénes son más culpables? ¿Los sinvergüenzas que se sirven de este tipo de prácticas perversas de la política para conseguir sus fines particulares? ¿O tal vez el ente regulador electoral demuestra negligencia en sus procesos de validación de partidos? Dejando que la libre interpretación del lector determine las responsabilidades que más le parezcan, lo que está claro ante nuestros ojos, sin derecho a objeción, es que el escenario electoral del Ecuador acaba de perder total validez, credibilidad, legitimidad, y todo término que pudo haber generado un panorama seguro frente a las elecciones que se vienen el próximo año. Si ya han sido de capaces de abusar de nuestra identidad para el registro de partidos y movimientos, quién me garantiza que el conteo de votos no va a sufrir manipulación alguna.
Lo único positivo de todo lo ocurrido este viernes -el precedente histórico que identifico-, será que ya estamos prevenidos del sainete 'democrático' que nos espera. Por favor, no creamos en cucos.
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