Vivo para contarlo
Hoy retomo este hábito que no lo quiero perder nunca. Hoy que comencé Tinta Invisible de Javier Peña, un libro sobre escritores y las historias que les atraviesan, contado con el estilo sencillo y entretenido de Javier, y que lo leo imitando su voz en mi cabeza, la voz de su podcast.
En una de las primeras páginas, el autor dice que los escritores "se dedican a la profesión más hermosa del mundo: crear historias que nos explican como seres humanos". Pero hay un gran pero. Esa gracia "suele llegar acompañada de algún mal, como la ceguera de Homero". Es que, como también lo refiere Javier, la diosa marina Tetis le dio a Homero el don de la poesía, compensando el castigo de haber perdido la vista por exceso de curiosidad, cuando quiso ver el escudo y la armadura de Aquiles, frente a la tumba de este. El brillo extraordinario de ambos objetos, forjados por el dios Hefesto para Aquiles, dejaron ciego a Homero.
Yo no sé qué mal tengo, pero sí me siento escritor. Porque escribo. Porque las palabras me seducen. Porque es una forma tan maravillosa de expresión que nos distingue como humanos, para conocernos y explicarnos, como lo dice Javier Peña. Y yo añadiría, para sentirme vivo, porque cuando escribo me siento vivo.
Quizá no hay mucho más que decir por hoy. Es que hay que escribir lo necesario, para no malgastar ideas de sintaxis o usos de tiempos y conjugaciones; para no experimentar o jugar de más, hasta el punto de sentir que pierdes la coherencia y te sientes de verdad perdido. Tal vez eso me pasó este tiempo. Sentía que mi escritura estaba perdiendo coherencia, y por lo tanto, el sentido y el estilo. Iba a poner la calidad también, pero, ¿quién soy yo para juzgarme a mí mismo como escribo?
Tal vez ahí está mi mal, en la presión que yo mismo me impongo por buscar diferentes formas narrativas que a veces terminan siendo bodrios o textos fríos, como a veces lo nota mi jefa, solo porque no aprendo a valorar - no juzgar- mi forma natural de escribir. Pero siempre hay oportunidad de reinvidicarse.
Lo importante es que me siento vivo; vivo para contarlo.
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