El silencio y la oscuridad me abruman

 Siento la necesidad de expresar lo que siento en este momento. Son las 4:18 y acabé de desperdiciar catorce minutos de mi tiempo hablándome por WhatsApp. Pretendía enviarme a mí mismo un mensaje de voz, reflexionando sobre lo que siento en esta madrugada, pero aplasté el botón equivocado y borré el mensaje. 


El letargo en el que aún me encontraba no me permitió hacer lo correcto, pero no importa. De todas maneras, creo que sonaba muy triste, con un tono de voz desolador, con varios suspiros que acompañaban mi reflexión, simplemente porque estaba, apenas, despertándome bien, no porque realmente me haya sentido así. Me di cuenta, entonces, que me va mejor escribiendo. Siento un poco más de lucidez para decir y organizar las ideas que quiero expresar; siento que así construyo un diálogo más concreto conmigo mismo.


Me acaba de venir a la cabeza un recuerdo de ayer, en el almuerzo donde mi hermana Andrea. Entre las conversaciones aleatorias que surgen en la mesa, mi mamá dijo, una vez más, que la casa de La Granja, la casa familiar donde crecimos los Reinoso Morales, se va a vender. 


Desde que tomé la decisión de independizarme, ella ha expresado ese propósito varias veces. Pero esta vez acotó algo nuevo. Dijo que desde que me fui han sentido una soledad profunda en la casa, mientras yo, enseguida, pensaba también en la soledad que he sentido en estas primeras semanas en mi nuevo hogar. Fue un momento que me estremeció un poco. Hice un corto flashback a esa temporada en la que estuve viviendo con ellos y la añoré, porque siempre me sentí cómodo ahí, apoyado por ellos. Pero también me acuerdo, ahora que escribo esta reflexión, que al mismo tiempo deseaba también encontrar mi espacio para desarrollar mi vida autónoma, donde me encuentro ahora, en medio de una oscuridad y silencio que abruman.


Como recuerdo haberme dicho en ese audio fallido que lo borré, no quiero que la soledad sea negativa para mí, ni que los pensamientos sobe escenarios apocalípticos en mi vida, tan comunes a estas horas, me aturdan. 


Es que ese silencio y oscuridad abruman porque con su profundidad  me atrapan como en una cueva, donde hay mucho eco. Hay una resonancia de mi voz en el ambiente, donde siento a la soledad mucho más intensa. Me escucho con más atención y me observo con más concentración. Esto es útil, muy imprescindible para cumplir con esta catarsis necesaria, que no se acaba en este texto, que no se acaba nunca, porque a nuestra esencia imperfecta y contradictoria es bueno asumirla con procesos como este, de divagar, reflexionar, intuir, imaginar y tantas posibilidades más que atraviesan este acto necesario de dialogar con un mismo.


Así que el silencio y la oscuridad abruman, desesperan, hasta cierto punto. Porque tengo impaciencia por encontrar el amor, a esa mujer con la que quiero compartir este silencio y oscuridad que tendrían un nuevo significado, diferente al de esta soledad que hoy me atrapa. Pero, insisto, no la voy a percibir como algo negativo, sino como la época de vida que necesito sentir y asumir como parte de mi experiencia personal de existir en este mundo impredecible.


En definitiva, ahora siento a este momento como una metáfora de lo que es mi vida actualmente. Despertar en un silencio y oscuridad absoluta, con la tentación permanente de hundirme en pensamientos fatalistas, o con el incentivo de evadir aquello con lo que más me satisface hacer: expresar; expresar con palabras o imágenes lo que siento en esta cotidianidad nueva y desafiante.


Ahora me está volviendo el sueño. Así que aprovecho para retomar el descanso. Por suerte, sigue siendo feriado.

Comentarios

Entradas populares