Mañana me mudo

Esto es un ejercicio. Tal vez mañana leeré lo que estoy escribiendo ahora y me parecerá una mierda. Muy seguramente. Pero no importa, los ejercicios consisten en eso: hacerlo por hacerlo, salga bien o salga mal, pero lo que interesa es jugar, probar, experimentar, ejercitar la escritura.

Es cierto que el ejercicio constante y disciplinado sí produce resultado. Físicamente o intelectualmente vas a estar mejor desarrollado. Y siento que ejercitar la escritura te produce hábito y luego la satisfacción de escribir. 

Al menos, así me siento hoy. Justo la noche en la que tengo que comenzar a empacar porque mañana me mudo. Me invade el cansancio y pereza por guardar todo, pero yo creo que, más bien, es una manifestación de miedo. Miedo por la nueva vida que voy a emprender. Solo. Solo conmigo por delante. Algo que lo he estado deseando ya algunos meses, y cuando ya se va a materializar me detiene el miedo, me paraliza frente a esta computadora, en la que, por suerte, puedo escapar de ese sentimiento mientras escribo sobre él.

Debe ser el miedo natural que se siente al emprender una aventura seria de vida. Yo las he tenido que emprender, pero nunca solo. Ahora sí dependo de nadie más que yo, ahora me sentiré más libre, pero eso implica que también tendré que ser más responsable.

Así que este ejercicio se trata de escribir este relato, mientras voy cargando las maletas con ropa y libros. Pero antes voy a ir a buscar algo más de tomar y revisar por dónde va el proceso de lavado de mi ropa en la lavadora. Suena de fondo el Carnaval de los animales:




Bueno. Me traje una coca cola de la cocina y al fin comencé a llenar las maletas. Tengo que darme pausas en el armado de maletas para escribir sobre lo que voy sintiendo. Así es el ejercicio.

Puse primero las camisetas, las prioritarias, las que conforman una colección que me gusta mucho. Son estampadas; son de fútbol; son sencillas, llanas, sin estampado; son de una variedad de colores y temas que disfruto. Y hablando de camisetas, he decidido estrenar la del Barça que me acaba de llegar, para el estreno de casa.

*

Las medias son un caos. Algunas ya rotas el talón, otras andan solas por la vida y su par no aparece, mientras desordenas a los otros. Pienso que ya puedo botar todas las rotas, pero surge el típico pensamiento que dice: en algún momento me ha de servir, pero sé que más van a pasar ahí, apiladas en el cajón de medias y calzoncillos, haciendo un bulto caótico. 

Voy a desechar todas las medias rotas, como un gesto simbólico de lo que la vida me pide: desechar todo lo roto que sigo conservando, sintiendo que en algún momento ha de servir. Y no va a ser así. A desechar las medias rotas.

*

Listo, ya no hay medias rotas. No sentí nada especial, aunque tal vez una especie de alivio porque el caos de las medias, al menos, diminuyó en volumen. Me faltan solo sacos y con eso creo que se llenará la primera maleta. En otra irán pantalones con algo más que entre. 

Siento que no voy a tener dónde llevar todos mis libros. Mi mayor y mejor patrimonio. Algo que lo acabo de descubrir, en realidad. Es que me he preocupado tanto por mis libros desde que comencé a visualizar y planificar la mudanza, hasta el punto de que el único mueble que he comprado sin pensar mucho, ha sido un librero con una forma muy interesante; cuadrado, con 4 compartimentos iguales, más uno incrustado en el centro, donde ubicaré los libros prioritarios; que están a la fila de lo que leeré este año, al menos, porque espero que se sumen más.

Los cuadros también son muy importantes. Ya necesitan tener un lugar definitivo, donde ocupen sitios llamativos y le den identidad a mi espacio. 

Ubicar mis libros en su nuevo librero y a los cuadros en sus nuevas paredes, va a ser un sueño cumplido.

*

Voy avanzando. Toda la ropa de cajones ya está guardada. Solo hacen falta las prendas que están colgadas, pero pueden ser transportadas en el armador del que cuelgan. Ahora los libros comenzarán a guardarse en una maleta de flores bordadas. Predomina el verde oscuro en la tela rígida, pero también hay pétalos rojos o rosados, hojas de un verde claro, algo amarillento. Maleta multicolor que tendrá que alojar a parte de mi patrimonio invaluable. Ojalá se a gran parte.

Ahora suena Tempo di valse. Exquisito.

*

Me distraje un rato cuando comencé a guardar los libros. Es que encontré uno de arte, con referencia de obras seleccionadas para una muestra de Arte en Venecia, donde fue escogido "Un domingo", el corto que hicimos con mi amigo Santiago Serrano. Otro ejemplo de ejercicio, que simplemente lo hicimos por hacer, por jugar, por intentar distorsionar la mirada convencional del fútbol, por construir un relato alternativo al redundante de las transmisiones de este deporte.

Entonces me dio ganas de compartir fotos, en mis historias de Instagram, de algunas obras, que se clasifican en categorías, como pintura, fotografía, video arte, performance, y muchas más. Increíble ser parte de ese catálogo.

Me da sueño. Mejor continúo la tarea.

*

Ya casi terminé. Un noventa y seis por ciento de mis cosas ya están enmaletadas, embolsadas, enfundadas, empaquetadas provisionalmente para trasladarse conmigo a mi nuevo hogar. Pensé que iba a ser una tarea más larga y tediosa. Tal vez sí fue algo así, pero ya está. El miedo se va superando, hay que estar tranquilos.

00:38. Ya no me mudo mañana. Ya es hoy.





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