#CINE: La angustia placentera que provoca Amores perros

Recién está pasando el susto. Un susto que se sintió con gusto. Rima necesaria para expresar que con Amores perros sufres de satisfacción. Porque te conmueve, te eriza, te paraliza, pero todo eso lo disfrutas como solo una buena película lo puede hacer.

Tenía que ser de Iñárritu. “Gonzalo Iñarritu”, como le dijo la chica moderadora del Se fue a volver, una especie de bar que proyecta ciclos de cine, cada miércoles en Quito. Mes a mes hacen una retrospectiva especial de algún actor reconocido, y en este enero el elegido es Gael García Bernal.


Así que el ciclo comenzó con la ópera prima de Iñárritu - a secas, para evitar confusiones con su enorme nombre-, aunque me haya quedado con la duda de que en verdad es la ópera prima de Alejandro González Iñárritu. Al fin lo recordé bien y pude pronunciar.  Investigo, entonces, colocando su nombre completo en Google: *copy y paste*: no encuentro fácil la respuesta. 


Primero me distraigo mirando fotos de la esposa de Iñárritu, obviamente en todas aparece al lado del director (“faltaba más”, como dirían los mexicanos). Vuelvo a la búsqueda. Encuentro un nuevo enlace donde está una mini biografía de Alejandro, pero no se precisa cuál fue su ópera prima. De todas maneras, más abajo en la página hay un botón que me lleva a la filmografía y comienzo a recorrer su prolífica obra, en retrospectiva, desde la más actual hasta su primera película. En ese viaje a los orígenes del personaje, descubrí que ha dirigido series documentales para TV en Europa.


Y, efectivamente, Amores perros es la ópera prima. También es un libro de Guillermo Arriaga, quien fue el guionista de la película, porque esta se basa en la historia que cuenta el libro. 


Ya la había visto hace años, pero quería verla otra vez. En realidad, sentía como una necesidad de verla, y no me falló esa intuición. 

La tenía presente en la memoria como una película intensa, compleja y extensa. Recordaba ciertos detalles generales, como su montaje convergente, a través del que se despliegan tres historias que se cruzan entre ellas en ciertos momentos, pero sobre todo en una escena que es el núcleo de aquel montaje: un terrible choque de autos que es recreado desde tres diferentes perspectivas; una forma oportuna y exquisita de aprovechar el lenguaje cinematográfico.


Es que cada historia tiene una fuerza tremenda desde el punto de vista dramatúrgico, porque cada una está protagonizada por personajes ideales para las tramas que se desarrollan; personajes egoístas, violentos, ingenuos, traicioneros, soñadores, imperfectos. Sus roles en pantalla hacen invisible a la materialidad del film, es decir, el espectador se engancha (casi) únicamente por la historia, más que por el montaje, que es otro de los valores importantes de esta película. Además, la banda sonora es el complemento perfecto para sintonizar con los ambientes que alternan vertiginosamente al ritmo versátil del film.


Y los perros. Qué grandes protagonistas son los perros. Su relevancia en las tres historias es crucial porque sostienen gran parte del hilo narrativo, a través de lo que hacen o de lo que representan. En la historia de Octavio y Susana, los sucesos dependen del protagonismo que le impone su dueño a Cofi, el perro obligado a pelear; en la parte de Daniel y Valeria, Richie, el perrito de la modelo, se convierte en un elemento que genera tensión, cuando queda atrapado debajo de un piso y su dueña se desespera por salvarlo. En la historia de El Chivo y Maru, un grupo de perros callejeros son la familia de un hombre que decidió aislarse del mundo convencional en el que vivían.


Iñárritu genera también una perspectiva de la película a través de los perros. Lo logra mediante planos que generan cercanía con estos animales, desde la literalidad del plano detalle hasta el simbolismo que les atribuye con tomas medias o generales donde se les puede apreciar en su esencia de acompañantes o complementos de los protagonistas humanos, en acciones y sucesos que estremecen las emociones de la mayoría de espectadores, supongo. No puedo asegurar que a todo espectador le conmueve la suerte de los perros en esta película, porque a yo mismo, la primera vez que vi la película, no sentí ninguna empatía con los animales; todo lo contrario a esta vez en la que llegué a tener momentos de angustia en varias escenas de perritos.


En Amores perros las historias brotan por doquier. Además de la capa narrativa de los perritos, existen también sub historias dentro de las historias base que el director clasifica en una especie de capítulos. Son micro relatos que no necesitan mucho tiempo de desarrollo, para incitar al espectador a imaginar los detalles por sí solos, como el drama que soporta la mamá de Octavio y Ramiro, la desolación que sufre la esposa de Daniel cuando la abandonó por Valeria o la vida sin su padre de la hija de El Chivo. En este aspecto se siente la influencia de Guillermo Arriaga, el guionista del film, maestro de la narración y de las historias cotidianas que estremecen con fuerza en sus cuentos y novelas.


“¿Quieres hacerle reír a Dios? Cuéntale tus planes”, le pregunta Susana a Octavio, en una parte de la historia de ambos, con una ironía poco disimulada. Y el dios al que hace referencia parece que toma en serio aquella invocación. Es un dios al que estamos acostumbrados a llamarle vida, que se ríe en la cara de todos los protagonistas de Amores perros, quienes afrontan realidades distantes y al mismo tiempo comunes, tan cercanas a la realidad de cualquier espectador de esta película, propenso a los vicios y virtudes que Alejandro González Iñárritu pone en escena magistralmente, a través de las soberbias actuaciones de su elenco.


Pese a que cada protagonista tiene su propio plan de vida que se desarrolla en esferas sociales diferentes aunque simultáneas, todos comparten circunstancias transversales que los ubican en una misma posición ante el risueño dios: la ambición ciega por encaminar sus vidas con ideales que lastiman en sus círculos más íntimos, así como la fragilidad, tan innata en cada uno y cada una, de la que la vida aprovecha para sacudirles, a carcajadas, con la frustración y resignación hacia las que les llevan sus valientes e impulsivas decisiones. 


Por eso sufres gozando, o viceversa, al ver esta peli.

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