Arroz relleno

 Suena El Danubio Azul. Segunda vez que le repito. Es que es una canción sublime, óptima para cualquier momento, de júbilo o de desesperanza. En este caso será para un momento de alegría cotidiana. Voy a cocinar a los tiempos y eso me pone contento. El menú será arroz relleno. Tengo que lavar las verduras.

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Voy a hacer compras una vez por semana. Solo voy comprando lo que necesito para los próximos 6 días. No más. Porque la vida es fugaz, se siente tan corta y limitada, que sería absurdo que te sorprenda con la refrigeradora llena. Por eso es mejor tenerla solo con lo necesario y suficiente; así tal vez hasta se gasta menos, o tal vez solo te da esa sensación de que estés ganando menos, pero ya puede resultar un motivo de estrés menos.

Se me ocurre esto mientras lavo un pepinillo, tres tomates, dos cebollas, una zanahoria, cuatro limones y dos pimientos que quisieron ser rojos pero se quedaron más verdes.

Ahora suena:

Jennifer Lopez (Na nara na nao)
Entró a mi casa
Abrió la heladera (Na nara na nao)
Puso su culo junto a la cereza

No creo en las señales, pero tal vez algo me quiere decir la lista aleatoria de los Me Gusta de Spotify.

Tengo que seguir cocinando.

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Mientras hago cuadritos a la cebolla blanca, es el turno de Por el hecho de estar sin ti. Alberto Plaza; no me acuerdo que me siga gustando escucharle; en la adolescencia sí escuchaba, pero hace años que lo descarté de mis preferencias. No es mala esa canción, de todas maneras.

La regla de hoy es, además de intentar narrar esta primera experiencia de cocinar en mi nueva casa, es dejar que fluya la playlist azarosa sin que pase las canciones; solo puedo repetir las que me gusten. Ahora le escucho a Abel Pintos y su Sueño dorado.

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Tiene que descongelarse el pollo. Mientras tanto, continúo mi relato. Ahora, Louis Armstrong termina de cantar  When the saints go marching in. Le repito. Tiene un ritmo conocido. Es una melodía que me recuerda a una canción de la misa. No recuerdo la letra, pero es de esas tradicionales que cualquier feligrés se conoce de principio a fin. Feligrés; palabra compleja y hermosa.

Me preocupa el arroz, como lo estoy cocinando en hornilla eléctrica, no puedo manipular bien las intensidades de la llama; espero no tener que almorzar arroz crudo, aunque relleno. El pollo ya debe estar más manejable. Suena Olvidate.

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Casi desperdicio un pollo semi congelado. Lo iba a mandar al tacho de basura, pero se me ocurrió mirarle del otro lado y noté que era pura carne, no huesos como pensaba, era que, simplemente, seguía hecho hielo esa carne de ave. Así que, mejor le volví a meter a la congeladora a esa mitad, bien enfundada.

(Sí, me faltan compras. Mañana las haré, tal vez).

Señor Matanza, gran canción, que llega propicia en este momento, cuando sentía que se me estaban apagando las energías. Tengo que ver si salvé el arroz y saltear proteínas con vegetales.

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Un gato se metió por mi ventana del cuarto. No escuché nada pero tuve la sensación de que alguien más estaba por ahí, y no me equivocaba. Era un gato gris, parado al lado de las fundas con chucherías que aún no las vacío.

Intermedio - Adiós, Nonino - qué hermoso suena y justo cuando cuento esto.

Me quedé frío. Me mordí fuertemente la dentadura, para sostener el miedo que me generan los gatos. Pero su mirada, más bien, fue tranquilizadora. Así que me agaché lentamente, él me siguió con la mirada, y cuando ya estaba de cuclillas, se acercó suavecito, como la Celeste, para que le acaricie el cuello.

Qué bien se siente cuando la imaginación vuela mientras cocino.

 

*

Creo que ya tengo almuerzo para toda la semana. Arroz relleno de martes a viernes. Es que cometí la imprudencia de mezclar los chorizos y pollos con toda la olla de arroz. Toda. Se supone que una parte debía sobrar para el miércoles o el jueves, y combinarlo con carne frita o los pollos que recongelé. Bueno, tal vez tengo que comerme una porción ahora, para experimentar el sabor, ya que su apariencia no es tan coqueta. Nada, diría yo. Pero el sabor ya será otra historia.

Iba a cerrar el texto pero la ventana de mi cuarto se cerró fuerte. Yo estoy en la sala. Quizá se metió algo o alguien. 

Paolo Conte alivia el ambiente tenso con Via con me.

Voy a ver qué ocurrió.




    



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