#Opinión | Todos somos víctimas

A pesar de salir rodeado por agentes de seguridad hasta la camioneta en la que se trasladaba, Fernando Villavicencio fue víctima de sicariato. Así lo muestra el video que circula en redes sociales, sobre el momento en el que asesinan al candidato presidencial a la elecciones del 20 de agosto en Ecuador, lo cual se convierte en una metáfora de la realidad que soportamos los habitantes de Ecuador: la amenaza del crimen nos acecha y en cualquier momento podemos ser víctimas, a pesar de la idea de seguridad con la que el gobierno nos quiere hacer creer que implementa soluciones.

País de mierda. Hay que largarse de aquí, dije, de forma muy visceral, como primera reacción a esta noticia que la recibí casi simultáneamente a través de cinco chats en mi WhatsApp. Yo llegaba a mi casa, empezando la noche, al final de una larga caminata de regreso, después de mi trabajo, como lo acostumbro a hacer la mayoría de tardes. Pensé, en varios tramos de mi trayecto, que aún puede sentirse tranquila a Quito. Y justo ahora, además, me fijé especialmente en un afiche de campaña donde aparece Fernando Villavicencio en primer plano y solo volví a mirarlo con desprecio. El afiche estaba a pocas cuadras del sitio donde minutos antes le habían acribillado con varios disparos en su cabeza. La tranquilidad con la que había disfrutado mi caminata se transformó en una indignación profunda.

También hoy, al mediodía, mientras conversaba con mis amigas del trabajo sobre las opciones presidenciales de estas elecciones imprevistas, calificaba a Fernando Villavicencio como un tipo nefasto. Entonces, creo que es momento de preguntarme, ¿por qué lo consideraba así? Quizá era la arrogancia que proyectaba su imagen mediática, quizá era porque sacó provecho político de la figura de "denunciólogo" de la corrupción correísta, elevado a la figura de casi héroe del periodismo (para lo cual no está hecho el oficio), o quizá, simplemente, porque es fácil contagiarse del discurso de odio que genera la política en Ecuador desde hace tiempos. No tengo vergüenza en hacer este mea culpa y expresar mi tristeza y repudio a este trágico final de Fernando Villavicencio.

Y mientras continúe esa estúpida costumbre de enfrentarnos entre iguales, esa trampa implícita que nos impone la intransigencia, de echar la culpa al que no representa mis ideales, defendiendo o atacando románticos ismos, los verdaderos criminales seguirán frotándose las manos, pervirtiendo a la fuerza pública y a la justicia, "inyectando dinero a la economía" con lavado de activos, administrando la más cruda violencia desde las cárceles, gozando del verdadero poder en Ecuador, a todo nivel. Eso no deriva en nada más que una normalización de un estado fallido, abandonado por un gobierno que no ha sabido contrarrestar la extorsión colectiva a la que nos tienen sometidas las mafias.

Lo más grave de todo es que no hay vuelta atrás. Ecuador ya no puede volver a ser el país tranquilo que fue. Ahora, 214 años después del Primer Grito de Independencia, suenan alaridos desde una sociedad desesperada por recuperar el derecho y la libertad de sentirnos seguros donde nos tocó nacer, donde nos tocó vivir.

Por más de que en el futuro puedan hallarse soluciones o mecanismos para reducir en algo las acciones criminales, los traumas, el dolor y, en muchos casos, la sed de venganza de quienes han perdido a seres queridos por la violencia que no deja de incrementarse, no se superarán nunca. Quisiera tener un poco de optimismo, pero no encuentro argumentos para sustentarlo.

Hoy nos conmueve el asesinato de un candidato presidencial, hace pocas semanas ocurrió lo mismo con el alcalde de una ciudad grande, pero hay miles de víctimas más. Por un lado, la mayoría de víctimas son anónimas en la opinión pública, pero no por eso menos importantes, cuya ausencia se convierte en germen de un país en grave de riesgo de degradarse para siempre. Y por  otro lado, en Ecuador estamos todos expuestos a sufrir por la inescrupulosa acción del crimen organizado. Todos somos rehenes de la maldad y del odio. Todos somos víctimas.

 



Comentarios

Sophia ha dicho que…
Que doloroso ver cómo la patria sangra! Y no puedo entender cómo sigue la maldad ganando!!! Cuando acabarán las luchas de poder? Que pasó con el compás de armonía?

Entradas populares