La frase célebre de la lujuria adolescente

Salen rojos los pendejos, dijo el Pato, papá del Coco, cuando abrió la puerta del dormitorio de su hijo y de ahí salían el Mario y la Marcela. Estaban rojísimos de la vergüenza por la imprevista llegada del dueño de casa, y por la calentura constante con la que vivíamos a nuestros dieciséis, más o menos.

El departamento del Coco era uno de los lugares fijos de reunión que teníamos con mis amigos del barrio, en la tardes, después del colegio, para no hacer nada, o para acumular anécdotas como esta. La Marcela no frecuentaba mucho con nosotros, pero justo esa tarde llegó acompañándolo al Mario para, sin querer, protagonizar aquel episodio.

Cuatro palabritas espontáneas que forman una frase a la que considero una metáfora de la lujuria adolescente, entendiéndose al término como el deseo intenso por disfrutar el momento, no solo en el contexto sexual del concepto. Cuando nos acordamos de esa frase no sólo significa evocar aquel bochorno, sino hacer un flashback a aquella época cuando nuestra única preocupación era conseguir dinero para la farra del fin de semana. Y si no lográbamos ese objetivo, igual nos divertíamos, poniéndonos rojos en diferentes situaciones, como buenos pendejos.


*Los nombres de los involucrados están ligeramente cambiados, porque escribí sin su consentimiento.


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