#Opinión | La gorrita del comandante en jefe
"Una guerra entre ustedes y los delincuentes", dijo el presidente, quien no contaba con que una de sus perlas más inauditas e indignantes iba a quedar registrada para siempre en la historia, aunque Twitter le haya dado la opción de borrar. Claro, puede rectificar para la conveniencia de su imagen ya deteriorada, pero si lo expresó de esa manera es porque así siente la realidad ecuatoriana, lejana a él, ajena a sus verdaderos afanes, una piedra en el camino con la que no contaba en su capricho de llegar al poder.
El narcotráfico y su brazo armado a través del crimen organizado tienen en vilo al Ecuador, instalando una atmósfera de inseguridad inédita, porque la violencia ahora alcanza dimensiones que antes no eran tan extremas. Evidentemente, hay un poder oculto atrás del poder visible, del que ejerce el gobierno, algo de lo que Lasso tal vez no estuvo advertido; las mafias actúan sigilosas en sus movimientos, pero contundentes en su accionar.
¿Pero cómo logra su objetivo este poder oscuro y perverso en nuestro país? Sembrando en el olvido y abandono que soportan pueblos, ciudades y hasta provincias enteras, como Esmeraldas. Olvido y abandono por la permanente postergación de las autoridades de implementar planes que promuevan desarrollo real de esas localidades olvidadas, desde frentes que fomenten mayores oportunidades de educación, que den mayor relevancia a la cultura, que generen más fuentes de empleo formal.
Pero al presidente no le importa eso. Debe estar muy consciente de esa realidad precaria en la que vive un buen porcentaje de ecuatorianos y ecuatorianas, pero como ya pasó por ahí en campaña, ahora ya no le interesa dar soluciones ni cumplir sus ideas demagogas. "Allá ustedes, con su pobreza", quizá piensa.
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