Hasta siempre, querido tío

 


Querido Raúl, 

Te dedico unas palabras imaginando que me escuchas desde ahí, desde el inolvidable mirador de La Loma, rincón muy significativo y simbólico de la historia de los Reinoso, con tu silencio tan propio, quizá por timidez, quizá por prudencia, de todas formas, un rasgo tuyo tan singular que siempre hizo de tu presencia algo imprescindible en cada encuentro familiar. De esa manera te tendré presente en mi memoria y en mi corazón, recordándote especialmente por tu nobleza y sencillez.

Hoy la nostalgia es grande, más profunda de lo normal, porque con tu partida enseguida surgen recuerdos de momentos felices, como de los domingos visitando a la abuelita para encontrarnos contigo, con los primos, las primas, las tías, los tíos; de las navidades en las que nos repartías fundas de caramelos; de cada abrazo que regalabas al saludarte o despedirte. Es una nostalgia con sabor a eterna gratitud, por tu tiempo entregado para cuidar, junto con la Silvy, a tu madre, a la abuelita Judith, quien, seguramente, ya estará contenta por volverse a encontrar contigo, junto con el Neto, el abuelo Huguito y todos los seres queridos que ya partieron.

Los años siguen pasando y el valor de la historia familiar se vuelve cada vez más importante. Por eso, a mi papi, a mis tíos y a mis tías que aún están presentes, también les reafirmo el orgullo que siento por lo que representan en esta historia, cada quien con sus cualidades que, con la suma de cada una, conforman una familia de virtudes que heredamos las generaciones que les siguen y que intentamos aplicarlas en nuestra cotidianidad. Hoy, Raulito, es inevitable sentir tristeza por tu ausencia, pero el transcurrir del tiempo solo seguirá afianzando ese honor de ser un Reinoso, gracias a lo que permanecerá de ti en nuestra memoria y en el testimonio de vida de tus hermanos, hermanas y de cada integrante de esta familia que aún puede seguir construyéndolo con los buenos ejemplos de los que se nos adelantaron.

La última vez que estuve en La Loma tuve el gusto de verte contento, en la mismísima sala y mesa donde se compartieron tantos inolvidables instantes familiares de alegría, disfrutando una apetitosa merienda preparada por la Silvy, seguramente con la sazón única y exquisita de la abuelita que solo ella la sabe repetir. Estoy seguro que después de tanta fuerza y paciencia que pusiste a la última lucha de tu vida, ahora descansas con esa misma satisfacción auténtica que demostraste esa noche, gracias al cariño, el respeto y el cuidado que nunca te faltaron.

Hasta siempre, querido tío.




Comentarios

Monica Ortiz ha dicho que…
Que descanse en paz tu tío Raúl,y que esas emociones y memorias les den fuerzas a toda la familia primo 💕

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