Tejiendo reflexiones desde Auschwitz

El presente y el pasado están estrecha y continuamente ligados a través de un hilo fino que llamamos memoria. Al estar en un constante vaivén, por la experiencia personal que sostiene cada hilo, es posible que muchas veces se enrede entre nudos que originan olvidos y otros que despiertan recuerdos atados a sensaciones diversas. Pero es un hilo que nunca se romperá, simplemente el pasado terminará acaparándolo cuando ya no exista más presente.

Al recorrer lo que fueron los campos de concentración nazis de Auschwitz y Birkenau en Polonia, sentí que los hilos de los visitantes se entrelazan a través de un nudo común. Así se convierte en una maraña que entrelaza referencias históricas, morbo, indignación, tristeza, frustración, desconcierto y tantas sensaciones particulares que surgen mientras caminas los mismos trayectos y ocupas los mismos espacios, junto a cientos de personas más, donde tanta gente inocente fue víctima de aquel perverso y enfermo fanatismo en el que se basó la acción del régimen liderado por Adolfo Hitler.

Mi hilo personal comenzó a conectarse con el contexto desolador de los campos de concentración en la Segunda Guerra Mundial, cuando en el viaje hacia Auschwitz vi que una estrella judía colgada en el retrovisor del conductor resplandecía en la ruta. Inconscientemente y sintiendo mucha condescendencia, mi memoria hizo enseguida un nudo con esa evocación colectiva de un pueblo que acarrea incontables enredos entretejidos por la melancolía, el anhelo permanente de justicia y la necesidad de no olvidar para evitar que algo similar se repita. Y aunque este holocausto dejó tristes ataduras irreversibles en la memoria universal, esos hilos que vinculan pasado y presente pueden estar cada vez menos enredados y más tejidos, siempre y cuando aprendamos, a través del sentido auténtico de Humanidad, de las lecciones que nos ha dejado la historia.






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