No todas las películas de guerra son iguales
La historia del cine ha regalado
al mundo una extensa lista de películas de guerra, muchas de ellas contadas con
la lógica de las batallas entre dos o varios bandos, ejércitos o países, y con
desenlaces predecibles de vencedores y vencidos. Pero Terrence Malick, muestra
con “La delgada línea roja”, un film con un enfoque distinto a ese relato repetitivo,
porque se basa en un guión reflexivo en torno al significado de la guerra. Este
cineasta traza una delgada línea roja entre un conflicto armado real y el conflicto
mental de sus actores que luchan con sus miedos y frustraciones.
‘La delgada línea roja’ evoca la
‘Batalla de Guadalcanal’, episodio de la Segunda Guerra Mundial en el que varios
escuadrones del ejército estadounidense enfrentan a un numeroso contingente de
soldados japoneses, en la isla de Guadalcanal, situada en el Océano Pacífico,
para tomar posesión de ese territorio. La estructura narrativa de la película
necesita el permanente vínculo entre voces e imagen, para representar esa
intención del director de recrear una guerra germinada primero en la cabeza de
cada uno de sus actores.
Visualmente, el film no esconde
nada. Nada de lo que probablemente ocurre en un conflicto armado. Planos generales
del escenario bélico, de explosiones, de choques fatales entre soldados, de la
desolación posterior a un intenso cruce de balas y explosiones, donde no existen vencedores ni vencidos; pero
también retrata los hermosos paisajes de la isla que se muestra inmutable ante
la violencia incontrolable de sus invasores. Planos medios y planos de conjunto
en los que predominan los momentos en que los protagonistas dialogan o se
movilizan cautelosamente en el terreno de batallas; encuadres que también sitúan
al espectador en esa caótica situación, atenuada con la paz de la naturaleza. El
primer plano es uno de los recursos narrativos visuales más importantes en el film, porque descubre
el pánico que consume a los soldados ante la amenaza de la muerte que les
persigue en cada instante, a todo rincón, y que es el primer y más visible
enemigo que enfrentan en esa guerra.
El sonido de la película es otro
mérito destacable. La mente de varios protagonistas se manifiesta a través de
varias voces en off que ponen en entredicho el sentido de ser soldado, de poner
en riesgo la vida por obtener un objetivo militar, de ver morir a compañeros de
batalla, de asesinar con la justificación de una guerra, de transgredir los
límites de la racionalidad humana. Esas reflexiones interiores de los soldados tienen,
en ciertos momentos, más fuerza que la estridencia de metralletas y granadas.
Además, auditivamente la selva también pone una pausa al perturbante ambiente que
interrumpe su tranquilidad, cuando el tenso silencio bélico permite escuchar la
profunda resonancia silvestre.
‘La delgada línea roja’ tiene un
montaje de orden cronológico, aunque en ciertos pasajes hay referencias al
pasado o a momentos que ocurren paralelamente a la guerra. Esos saltos en el
tiempo o en el espacio, principalmente representan la motivación sentimental
con la que uno de los soldados participa en la guerra, mediante la añoranza de
tener a su esposa cerca de él.
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