Los jóvenes son aliados beneficiosos del medio ambiente
La empresa
multinacional Bayer, especializada en la investigación científica del campo químico-
farmacéutico, organiza en Ecuador desde el año 2004, un Encuentro Juvenil
Ambiental dirigido a estudiantes universitarios con edades entre los 18 y 24
años. Ellos son convocados a participar con proyectos ecológicos innovadores,
emprendedores y beneficiosos para el medio ambiente.
Este 2013 se
llevó a cabo la décima edición del Encuentro, en la que se priorizó la
necesidad de la protección y conservación del Agua como fuente de vida. La
etapa de convocatoria registró 52 proyectos participantes, pertenecientes a
estudiantes de varias universidades del Ecuador. En la siguiente fase se
escogieron las 5 mejores propuestas, cuyos gestores fueron invitados al “Eco
Campamento Bayer”, desarrollado en una hostería del Lago San Pablo, provincia de Imbabura, donde recibieron un taller experimental de liderazgo, basado en actividades recreativas especiales, y
capacitación para la exposición efectiva de sus proyectos.
Bruno Carló
tiene 23 años; estudia Ingeniería Química en la Escuela Superior Politécnica
del Litoral (ESPOL) de Guayaquil. Él
participó en el Encuentro Juvenil Ambiental 2013 con un proyecto que tiene como
elemento esencial al blíster, empaque de tabletas o cápsulas medicinales. “El
blíster, que está compuesto por PVC y aluminio, no está clasificado como un
desecho industrial peligroso; su deposición en los rellenos sanitarios está
permitido, pero en Ecuador el 70% de los Municipios no tienen rellenos
sanitarios adecuados”, explica Bruno, quien propone el reciclaje de ambos
componentes del blíster, después de un proceso especial que los separa, para reducir
el riesgo de contaminación que pueden producir al mezclarse con otros desechos
y con la posibilidad de ser reutilizados por la industria.
Con la misma
estrategia del reciclaje, Alejandro Altamirano, estudiante de 23 años de la
carrera de Química de la Universidad Central del Ecuador, encamina su proyecto a
través del tratamiento de los residuos generados en los procesos de purificación
de agua, para el reciclaje de la materia prima existente en esos desechos
llamados fangos, propensos a ser elementos tóxicos y contaminantes, cuya
recuperación permite volver a ejecutar la purificación. Las pruebas que
desarrolló Alejandro para sustentar su propuesta, evidenciaron que él puede ser
un proveedor de materias primas para las industrias que trabajan con procesos
de clarificación de agua, las cuales son
importadas en Ecuador. “Mi producto reciclado es eficiente, eficaz y
ecuatoriano; además, reduzco costos y finalmente le damos una oportunidad al
medio ambiente”, aseguró Alejandro.
En la
Universidad Católica de Quito (PUCE) estudian alrededor de 10.000 alumnos;
cerca del 80% de ellos consume agua en botellas que adquieren en tiendas o en
bares de la universidad y solo un 20% lleva su propio envase para hidratarse. Diana
Bautista, estudiante de Biología de esa institución, está preocupada por esa
realidad. A sus 23 años espera dejar sentado un precedente ambiental en su
universidad a través de un proyecto de fácil aplicación, el cual consiste en la
distribución masiva para los alumnos de la PUCE, de termos denominados
“TOMAGUA” y de la instalación de bebederos con agua limpia en varias zonas del
campus, que servirán para rellenar los termos. Los “TOMAGUA” se venderán con un
costo de $3,50, lo que sustentará económicamente el proyecto. Los objetivos
principales que persigue Diana es reducir el consumo excesivo de agua en
botellas plásticas y fomentar un decrecimiento del embotellamiento y
purificación industrial del agua. “Este proyecto tiene un valor agregado porque
no involucra ciencia excesiva; significa darse cuenta que las soluciones para
cuidar al medio ambiente son fáciles y prácticas, que están a nuestro alcance”,
afirmó Diana.
Las artes visuales
constituyen una parte esencial de la cultura de determinado país o ciudad, pero
también acarrean amenazas al medio ambiente. Esa premisa movió a Alfonsina
Punín, estudiante de Ingeniería Química de la Escuela Superior Politécnica del Litoral
(ESPOL), de 21 años de edad, a participar en el Encuentro convocado por
Bayer, con un proyecto que busca mitigar la contaminación originada en los
desagües de talleres artísticos de Guayaquil. “¿Qué pasa con los residuos de
pintura; con el agua que utilizas para lavar los pinceles; con el yeso que te
sobra mientras haces una escultura?”, se pregunta Alfonsina para explicar que
busca ejecutar su propuesta a través de 3 acciones concretas: conocer
indicadores ambientales del Puerto Principal para determinar los niveles de
impacto ambiental de las artes visuales; concienciar a los artistas y dueños de talleres sobre los efectos
negativos que su actividad puede producir en el agua; diseñar un sistema de
tratamiento de efluentes donde se concentran los materiales desechados por los
artistas.
Daniela
Orellana quiere ser arquitecta. Sus estudios los desarrolla en la Universidad
Espíritu Santo de Guayaquil y con 20 años ya está en sexto semestre de la
carrera. Ella valora a su ciudad por el potencial turístico que posee, a la vez
que le preocupa la contaminación ambiental de la urbe, como la del Estero
Salado, brazo de mar que busca ser recuperado en su pureza por parte de
autoridades y comunidad. Daniela quiere aportar a ese propósito con un proyecto
de construcción de estaciones fluviales ecológicas, instaladas en un tramo de
varios kilómetros en el Estero Salado, con extensiones por el Río Daule, Río
Babahoyo y zonas cercanas al Río Guayas. Daniela expresa que como estudiante de
arquitectura, siempre ha enfocado sus proyectos en la construcción sustentable.
“Se busca integrar a las personas con la naturaleza; planificar un urbanismo
ecológico”, añade. Las estaciones diseñadas por Daniela son de caña guadua,
material amigable con el ambiente; también serán itinerantes, es decir, que
pueden ser removidas sin afectar el entorno; y además, se convertirán en
opciones turísticas y de transporte masivo gracias a las embarcaciones que
circulan en los espacios marítimos y fluviales donde estarán las estaciones.
En la última
parte del Encuentro Juvenil Ambiental de Bayer se escogen los dos mejores
proyectos para que se den a conocer en el Foro Mundial Ambiental en Alemania.
En la edición 2013, el primer lugar fue para la propuesta de Alejandro
Altamirano y en segundo puesto la de Bruno Carló. Aparte del premio para los
dos ganadores, varias entidades públicas y privadas confieren reconocimientos
especiales a todos los finalistas y les incentivan para que sus proyectos sean
ejecutados. De esa manera, una iniciativa de responsabilidad social de una
empresa privada se convierte en una plataforma para que los jóvenes demuestren,
con propuestas factibles, su compromiso real de promover la protección del
medio ambiente, de manera eficaz y a largo plazo.
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