Suspenso a bordo
‘Duel’ o ‘El diablo sobre ruedas’
es el primer largometraje del afamado director estadounidense, Steven
Spielberg. Este film involucra al espectador en una angustiante situación que
soporta Dave Mann, uno de los personajes principales del film, al sufrir la
persecución de un enorme y deteriorado camión tanquero de combustible, sin
razón lógica alguna. La conexión emocional que Spielberg consigue establecer
entre el público y la película obedece, en gran parte, a los planos utilizados.
Por ejemplo, la primera escena introduce inmediatamente al relato vertiginoso
del film, mediante una cámara subjetiva del automóvil de Dave. A través de
planos generales, el carro recorre las calles de una ciudad, hasta abandonarla
cuando llega a una autopista.
El espectador descubre que iba a
bordo de un Ford Lincoln rojo cuando la toma subjetiva que le transportaba se
convierte en un gran plano general que muestra una imponente montaña en el
fondo, un campo de pasto seco y un tramo de la carretera por el que transita el
automóvil. El viaje aparentemente se desarrolla sin sobresaltos, hasta que en
el camino aparece un camión que es captado primero con un plano general a
través del parabrisas del Ford, en el que se le observa lejano y pequeño, es
decir, inofensivo debido a esas características. Después, un primer plano de la
parte trasera, donde se lee la palabra ‘FLAMMABLE’, marca la primera
advertencia del peligro que puede representar el camión y es una señal de que
no es un simple vehículo más en el trayecto.
Spielberg no se conforma con la
toma cercana de la cola del camión para simbolizar la amenaza que acarrea el
camión, porque inmediatamente un travelling cercano al inmenso carro, de atrás
hacia adelante, grafica sus extensas dimensiones hasta culminar en un primer
plano, en un ligero ángulo contra picado del camión, que le brinda mayor relevancia
narrativa. Esos recursos empleados definen al camión como un personaje más del
film, delineado en un semblante macabro que le confieren el color marrón, las
latas desgastadas y su gran tamaño. Además, durante toda la película, la cámara
no muestra nunca el rostro del conductor del camión, salvo sus botas vaqueras que aparecen en plano
general, en una escena desarrollada en una gasolinera.
Configurado el escenario, el
espectador se sumerge en un viaje marcado por la perturbación creciente de Dave
Mann. El camión intensifica la persecución, rebasa en varias ocasiones al Ford
Lincoln y se moviliza en excesiva velocidad, la cual se percibe con una
alternancia de planos: detalle de las llantas, plano general de la carretera en
la que se acerca rápidamente el camión y primeros planos de la parte frontal
del tanquero.
La secuencia que mejor manifiesta el
suspenso presente en ‘El diablo sobre ruedas’ es cuando el Dave se ve obligado
a interrumpir la travesía, al verse asediado. Primero, una sucesión entre
primeros planos y planos medios cortos de él en un baño, mojándose la cara para
tranquilizarse un poco, develan la angustia que le ha producido su mala
experiencia en la carretera. Después, una cámara sigue a Dave desde el baño
hasta una de las ventanas del restaurante al que entró, allí se detiene; un plano
medio le muestra de espaldas, mirando que el camión está parqueado afuera. Con
una sutil música incidental tensionante y sin cambiarse el plano, el hombre se
da la vuelta y su rostro expresa inquietud, por saber quién de las personas
presentes en el lugar es el chofer del camión. Primeros planos desenfocados de
los rostros de los sujetos sentados en la barra del restaurante, con la contemplación
fija de Dave sobre ellos al fondo, intentando detectar algún sospechoso, se
suman a planos detalle de las botas de los comensales que representan la mirada
inquisidora del protagonista. La secuencia llega a su clímax cuando, después de
fracasar en su intento por identificar al conductor del camión, Dave divisa a
través de la ventana, en un plano general, que su amenaza de la carretera ya no
está.
Steven Spielberg plantea que el
peligro en una carretera es impredecible y cotidiano; cualquier conductor, en
cualquier momento, puede tener la mala suerte de cruzarse con otro intrépido
piloto que ponga en riesgo su vida. Una historia sencilla porque no propone lecturas
complejas a su lector, narrada a través del uso y combinación de distintos
planos, que manifiestan el suspenso del relato y contagian el nerviosismo de
Dave Mann al espectador.
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