El objetivo es el respeto entre todos


El progreso de las grandes ciudades no siempre tiene efectos positivos. También trae consigo factores negativos de distinta índole, y uno de los más evidentes es el caótico tráfico vehicular que se instala durante varias horas del día en muchos sectores de las urbes. Ese problema ha potenciado la necesidad de los ciudadanos de utilizar transportes alternativos como la bicicleta. En el caso específico de Quito, el uso de ese objeto con fines de movilización va ganando adeptos, gracias a proyectos municipales e iniciativas personales.

Así como la bicicleta puede emplearse como medio de transporte, también es útil para ejercitarse. Esas posibilidades de práctica del ciclismo acarrean riesgos que están en las montañas, en las pistas o en las calles. En el escenario urbano, los ciclistas detectan una amenaza constante a su vida, en el ritmo acelerado del tráfico vehicular y en una deficiente infraestructura vial para la circulación de bicicletas. Galo Cárdenas, representante de ‘Biciacción’, organización que promueve una movilidad segura de ciclistas y peatones, enfatiza en que los conductores de automotores deben estar conscientes de que la calle es un espacio en el que las personas que van en vehículo, en bicicleta o caminando, tienen los mismo derechos. Alfredo Cobo, quien a sus 77 años todavía practica el ciclismo con fines deportivos, cree que los ciclistas tienen que ser respetados porque son “los verdaderos defensores del medio ambiente; estamos haciendo el bien a la ciudad”.

Entre algunas medidas de prevención que el ciclista debe tomar en cuenta cuando transita por la ciudad es el uso permanente del casco, la instalación de luces o elementos reflectivos que los distingan en las noches y la atención a los movimientos de los automotores y peatones. Tamara Salazar, del colectivo ‘Senda Ciclismo de Mujeres’, atribuye la vulnerabilidad del ciclista a sufrir accidentes al hecho de que “nuestro cuerpo es lo único que tenemos para defendernos ante un auto”. No obstante, Salazar señala que el ciclista también suele cometer imprudencias,  por lo que también está obligado a respetar las señales de tránsito.

Ricardo Buitrón es ciclista urbano, es decir, un ciudadano que opta por la bicicleta como su medio de transporte en la ciudad. Él lamenta las muertes de ciclistas que se han suscitado en algunas vías de Quito durante los últimos meses y años. La responsabilidad de esas tragedias ha sido detectada, presuntamente, en la velocidad excesiva con la que transitan algunos automotores. Buitrón no quiere ser una víctima más y considera que “falta una visión distinta de ciudad, en la que la velocidad baje; cuando la velocidad disminuye, el riesgo para peatones y ciclistas disminuye también”.

El 19 de abril de cada año se celebra el Día Mundial de la Bicicleta, una jornada que reivindica la importancia de ese aparato para la salud humana y para reducir la contaminación de las ciudades. Este 2013, en la tribuna de la avenida Los Shyris de Quito, cientos de ciclistas se reunieron para pedir a los conductores de automóviles que respeten sus espacios de movilidad y su integridad física. Los participantes de esa concentración de ciclistas en Quito coincidieron en que es necesaria una cultura vial de respeto de los derechos y cumplimiento de las obligaciones de todos los actores del tránsito. Pamela Mendieta, representante de la agrupación ‘Ciclistas Urbanos de Quito’, cree que la base para que  automovilistas, ciclistas o peatones circulen en armonía, es la educación de cada uno de ellos.









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