Sueños de graderíos


Las manos del entrenador no dejaban de sudar. Los hinchas ya no tenían uñas para comerse. El hijo del Tin mostraba los atributos heredados de su padre al cabecear cerca del travesaño, a punto de marcar otro gol. La angustia y la ilusión se apoderaban de la Caldera del Sur; faltaban 2 minutos para que se desate una fiesta por el primer título continental del Auquitas. Una anciana con lágrimas en los ojos, agitó tan fuerte una matraca, que Ramiro, del susto, saltó de la cama y botó el despertador. Ya era hora de levantarse.

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