Esto no es pagado, es pueblo organizado
Luis Alfonso no entendía
el ruido inusual afuera de su casa. Desde la ventana descubrió que una multitud
colmaba la García Moreno. “¡Don Romero, baje breve que estamos cerca!”, le gritaba
una mujer al verlo en el balcón. Él no entendía nada, pero enseguida salió a
caminar con el gentío. Saludó con Ernesto Albán y el Padre Almeida. Más adelante
se encontró con la señora Urrutia. “¿Qué pasa María Augusta? Nunca había visto
una procesión tan grande, y miércoles”, dijo Luis Alfonso. “No sea mudo
chullita, estamos yendo a despacharle al rey
de su Palacio... otra vez”.
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