Para eso nos íbamos a Perú...

13:23
De repente mi mente opinó: "era de salir nomás temprano". Barcelona acababa de perder con el Quito y volvía mi idea supersticiosa de que si no veo el partido el equipo gana, ¿será?

14:17
Después de controlar las naúseas por botar la basura de 3 días y medio en un inmenso depósito repleto de fundas de todos los colores, con un hediondo olor y un líquido que caía por una de sus paredes, acomodamos las maletas en el baúl del Wolskwagen, listos para el retorno.

14:29
La marcha iniciaba. Nuestras pieles canela eran la mejor muestra de que no habíamos desaprovechado el atrevido sol de esos 3 días. La espalda sudaba, el cansancio acechaba, pero un buen energizante siempre será la solución a esos casos.
Con un soundtrack de perreo y 'punchis punchis' avanzábamos una culebrera e irregular carretera, y de rato en rato, asomaban eso pueblitos costeños que desde que me acuerdo están igualitos: pobres y viejos. ¿Cómo será la vida ahí?

17:00
El estómago ya no daba tregua. Sin todavía saber la suerte que nos esperaba más adelante, sabíamos que no podíamos dar más chance al hambre. Un niño risueño que a cada rato 'se trompezaba' nos sirvió unos churrascos, pollo a la plancha y lomo a la pimienta; menú que nos salió carísimo. Todo por no comernos una tilapia en el Friday's de Puerto Quito.

18:00
A seguir la marcha. En medio de una repentina tempestad, continuamos el trayecto hasta Quito. El panorama era normal, la lluvia paró rápidamente y la amenaza del tráfico parecía que se esfumaba, total, ya faltaban sólo dos horas y media, más o menos.

18:42
De repente mi mente volvió a opinar: "era de salir nomás temprano". Los 110 km/h que nos llevaban felizmente de regreso se vieron bruscamente reducidos por una fila larga de carros que no circulaba a más de 20 km/h. La odisea empezaba.
Sin estresarnos todavía, el carro aún avanzaba, muy lento, capaz a la velocidad de lo que se demoraba en anochecer, y no completábamos ni un kilómetro desde que una furgoneta gris que estaba adelante me obligó a frenar.

19:30
"No puede ser, ya vamos casi veinte minutos parqueados aquí, y ni siquiera llegamos a Los Bancos", era la idea en común que todos teníamos en nuestra mente ese momento. La fila de carros ya no caminaba, al final de lo que se alcanzaba a ver de la vía era una interminable hilera de turistas ingenuos que pensaron que salir 'a eso de pasado el mediodía' iba a ser mejor (incluyéndonos).

21:14
La crisis ya era inevitable. En más de dos horas no habíamos avanzado más de 10km y el tránsito se estancaba a cada momento. Aparte yo estaba con una lucha interna complicada, por culpa de un tabaco que estimuló mi intestino. Y arriesgar el pellejo en la maleza de esa carretera, con el riesgo de que me salte una rana, culebra o piraña, no gracias; prefiero aguantarme.
Al caminar entre los impacientes viajantes, nos enteramos, gracias a unos fuertes parlantes de un carro tuning que sintonizaba 'La Zaracay', que el trancón era producto del derrumbe en la vía de Santo Domingo, y que todos los carros de esa ruta fueron desviados por la que nosotros intentábamos llegar a Quito.
Ya estábamos frenados una media hora. El caos se manifestaba en cada automóvil. En uno iban unas monjitas que no fueron capaces de utilizar sus capas para volar directo a su destino; una familia de tres gordos, incómodos en una estrecha cabina de una mini camioneta; una pobre intoxicada que nos advirtió de su situación al salir violentamente de su carro, estallar en llanto y en vómito; otros no se complicaban y estuvo a punto de armarse un ecuavoley en el kilómetro 123 de la vía Calacalí - La Independencia.
De un instante a otro, los carros arrancaron a una velocidad aceptable. La oscuridad se apoderó de la vía porque algunos viajeros se habían quedado dormidos y otros ya se iban con su luces para otro lado.

22:20
¡Pare! Otra vez el estancamiento. "Preste el baño niña, qué ha de hacer". "25 centavos los 4 cuadraditos de papel"... "tenga un dólar porque estoy que me aguanto desde Puerto Quito."

22:54
¡Avance!

23:01
¡Pare!

23:53
El chofer de un tráiler que bajaba desde Quito reclamaba a los pilotos impacientes que armaban 3 carriles. "Por culpa de ustedes es que estamos así, si respetaran la fila avanzaríamos más temprano", decía el transportista, a quien no le quedó más remedio que estacionar su camión, apagar las luces de su cabina y acomodarse inmediatamente a dormir. Talvez venía tomándose algunas botellas de las miles de cervezas Club que llevaba en su inmenso cajón.

01:15
La angustia ya era inevitable. La congestión ya nos había detenido por más de 7 horas y aún faltaban unos 100 kilómetros para llegar a Quito. Yo trataba de relajar un poco el ambiente con una música clásica que más fue motivo de risa... además, empezaba la preocupación por las reservas de gasolina del carro. Aún teníamos algunos galones, pero la lentitud del viaje consumía más rápido el combustible, y las gasolineras de la vía estaban cerradas, repletas de carros parqueados que ganaban puesto para el reinicio del suministro, lo cual se desconocía cuándo o a qué hora iba a ocurrir.

02:00
Casi 12 horas después de haber salido desde Tonsupa, al fin lográbamos llegar a Nanegalito, un pueblito cercano a Quito. El tráfico fluía más constantemente pero aún era lento. La amenaza de que se acabe el tanque de gasolina se mantenía y el riesgo de quedarnos varados en esa subida sinuosa, oscura y nublada nos obligó a tomar una siesta en el carro, hasta que la congestión se disipara...

04:52
Con la mente ligeramente descansada pero con el sueño todavía acechante, no dejaba de sorprenderme que a pesar del descanso de casi 3 horas, seguían subiendo, uno tras uno, buses, automóviles, camiones, camionetas, tráilers, furgonetas... Ya nada importaba, estábamos a una hora de que el sol aparezca y si la gasolina no nos permitía terminar el viaje, al menos íbamos a madrugar pidiendo ayuda.

06:18
Finalmente llegamos a Calacalí, la entrada a Quito y significado de nuestra tranquilidad. La gasolina, gracias a Dios, no se terminó, y ya estábamos tanqueando en la primera gasolinera que vimos. Después nos recibió otro trancón, el de la Mitad del Mundo, en el que nos mezclamos los viajeros con los que madrugaban a empezar su semana laboral y a ganarle al pico y placa. Nos tomó prácticamente 1 hora avanzar esa congestión.

7:20
Hogar dulce hogar. Un suspiro profundo me acompañó al momento de entrar a mi casa... Y después, a bañarse y a trabajar.
Dura es la vida a veces.

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